LA SECRETA OBSCENIDAD DE CADA DÍA | por Fernando Puente |
LA SECRETA OBSCENIDAD DE CADA DÍA
Marx –dicho groseramente- formuló una propuesta donde describía una “acción colectiva” que permitiría modificar el rumbo de la humanidad.
Freud –también dicho groseramente- nos enseñó un camino para modificarnos a nosotros mismos.
O cambio el mundo, o cambio yo. Un diálogo entre Freud y Marx, un ida y vuelta entre cuánto estamos dispuestos a hacer por modificar el mundo y cuán conscientes somos que antes necesitamos modificarnos a nosotros mismos.
Pero un diálogo se piensa en un marco, en un contexto que determinará tantas condiciones que finalmente estarán vinculadas al deseo. ¿para qué queremos dialogar? ¿queremos buscar o queremos encontrar? El marco ¿contención o límites? ¿protege o encarcela?. Dentro del mismo marco ¿hasta dónde se puede llamar “convivencia” de cómodos e incómodos? ¿qué pasa cuando se quita?
El permanente cambio de roles, la búsqueda de la verdad y la negación, la convivencia del bien y del mal dentro de cada uno, la determinación del centro en cada átomo.
“Siempre hay requerimientos para ver una obra”, nos dijo Elba Degrossi, la directora. Me parece que en este caso, recién después de verla podemos pensar cuán dispuestos estuvimos, o estaremos.
Gracias a Silvina Pizarro, pudimos conversar unos minutos con la directora de la obra, la señora Elba Degrossi.
La Opinión (de la Gente): Con este planteo de mostrar la ambivalencia, la necesidad de ver la figura clásica del florero y los perfiles, la necesidad de que convivan las dos ideas, la presencia de Freud y de Mark, ¿se apunta a un público en especial? ¿hay un requerimiento para ver la obra?
Elba Degrossi: Yo creo que todas las obras tienen algún requerimiento. Por ejemplo, voy a una cosa
más simple, a mí me encanta la comedia musical, pero no hay mucha gente a quien le guste, así que cuando voy en general voy con una amiga o voy sola. Quizás aquellos que les interese el tema, aquello que pasó con el marxismo, o qué pasó con el psicoanálisis les puede interesar más, pero esto no quita que cualquier persona la puede ver y de repente decir “ah! quiénes eran estas dos personas?” y por ahí, a raíz de la obra, interesarse en las figuras históricas. Puede pasar de un lado o del otro.
A Freud y Marx los escuchó nombrar todo el mundo, pero quizás no saben profundamente, gente más joven, qué significaron, qué pasó, y a través de esto, se meten en google y buscan qué fue Freud para el psicoanálisis y qué fue Marx para el marxismo.
L. O.: Rescatando la función de culturizar.
Elba: Claro, y yo creo además que la obra nunca deja indiferente. Yo tengo mucho miedo al cuestionamiento, y por otro lado quiero el cuestionamiento. Por eso la hice.
Porque me parece que es una obra que a uno no lo deja indiferente, a uno lo deja pensando, mal o bien, pero siempre pasa algo. Siempre algo nos sacude.
L. O.: ¿Qué cuestionamiento por ejemplo te sorprendió?
Elba: Bueno, yo vi esta obra hace 20 años, en un festival, hecha por el autor, acá en Buenos Aires, en el Cervantes, dirigida por un venezolano. A mí que soy psicóloga además, me hizo pensar mucho qué pasó con las grandes utopías del siglo XX, qué pasó con los que pensábamos de alguna manera que estos dos movimientos iban a cambiar totalmente al mundo, iban a ayudar, qué pasó con el holocausto, qué pasó con la represión en Chile, con la represión en la Argentina..., y creo que la obra gira alrededor de estos temas, y por eso me interesó, y por eso creo que no nos puede dejar indiferente. ¿qué hacemos hoy con todo eso? “todos estuvimos ahí”, dice el autor, y eso me pareció maravilloso.
L. O.: Sí, claro, y todos jugamos en algún momento para el poder.
Elba: Y decimos que no estamos. Y el juego de estos personajes, que son víctimas y victimarios, torturados y torturadores, yo creo que muestran los dilemas que los seres humanos, en situaciones límites nos toca jugar. A veces a sabiendas y a veces inconscientemente, no?
L. O.: Esta obra se representó ya en otros lugares...
Elba: La han hecho, es la obra que más se representó en Festivales en Latinoamérica, creo que se facilita porque tiene poca escenografía y son dos actores, pero además porque el tema interesa mucho, se ha dado en universidades, se ha dado en EEUU, en la India, y en Turquía.
L. O.: Claro, te iba a preguntar justamente, es un tema que interesa pero se plantea en un escenario en particular, habla de la universalidad de estas grandes ideas pero ¿por qué en una plaza de Chile durante la dictadura?
Elba: Eso es lo que me parece lo más inteligente y llamativo de la obra, ¿por qué los mete a estos dos, en un parque, vestidos de exhibicionistas, frente a un colegio de señoritas en Chile, y en los años 80? ¿por qué eligió ese contexto? Eso me parece muy ingenioso, pero además de ingenioso y creativo, hay como una vuelta histórica de todo eso, que me pareció sumamente interesante.
Esto lo discutimos mucho con los actores, fue muy trabajoso, porque además se generaba el mismo conflicto que en la obra, “¿pero eran esto o eran aquello?, no, a mí me parecen que eran otra cosa..., mirá, yo creo que por esta frase, más tal otra...”, y muchas veces discutimos como hacemos los actores a los gritos, después nos calmamos, y después empezamos a pensar en lo que pensamos nosotros, más lo que piensa el otro, y en cómo eso nos va modificando, no? Nos modificamos en estos cuatro meses de ensayos.
L. O.: Y seguramente van a seguir discutiendo.
Elba: Y nos vamos a seguir modificando, creo.
Fernando Puente
octubre 2008
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La secreta obscenidad de cada día
Una pieza del multipremiado dramaturgo y psicoanalista
Marco Antonio de la Parra,
con dirección general de Elba Degrossi